Tengo nuevo Novio

 

Lo conocí cuando era chica y nos llevamos bien al tiro. Jugábamos juntos, comíamos helado y nos bañábamos en la acequia de la casa de mi abuelita. Todo bien. Todo feliz.

Tomar el sol, comer chocolate, saltar y correr juntos.
Pero vino la adolescencia, algo dentro de mi cambió y comenzó a no agradarme tanto.
Comenzaron poco a poco las críticas, los insultos y los malos tratos. No era lo que yo quería. No sé comportaba cómo yo quería y no se veía como yo quería.
 
Luego en la universidad me distraje y poco a poco fui sanando el vicio de encontrarle defectos. Había mucho que estudiar, trabajar, presentar y descubrir para acordarse de antiguos novios. Seguía estando cerca, pero yo rara vez me acordaba de él.
Nos llevábamos y ya está. Había otras cosas que me preocupaban para darle mucha vuelta a nuestra antigua relación.
 
Después vinieron el trabajo, los viajes y conocí a mi actual marido. Él fue el primero en convencerme de que le diera otra oportunidad. Encontraba que nos veíamos bien.
Entonces comencé a mirarlo con otros ojos. Tal vez había que darle una segunda oportunidad.
 
Hasta el día que quedé embarazada de mi primer hijo y subí 20 kilos. Entonces nuestra relación volvió a ser tirante. Llegó el embarazo de mi segunda hija y creo fue el momento de decir basta.
Había llegado la hora de tener una buena relación. Me cansé de pelear, de criticarlo por lo que nunca va a ser y me aburrí de siempre pedir otra cosa de lo que en realidad era.
 
Por este motivo es que ya hace un par de meses me puse de novia con mi cuerpo.
Estamos pololeando, aunque suene imposible. Mi cuerpo fuerte, sano, que me permite trabajar, que me deja caminar y es capaz de sostener a mis hijos
Decidí aceptarlo
Tal cual era. Igual que Darcy con Brigitte Jones.
Tal cual era, con todos sus detalles y defectos.
 
Le pedí que fuéramos novios y me dijo que sí.
 
Me aceptó a pesar de los malos tratos del pasado y de las constantes críticas. He comenzado a mirarlo con ojos de amor y él me quiere creer. Sé que confía en mí.
 
Le pedí que fuéramos con calma, porque a veces se me escapan las buenas intenciones y nos traiciono. Dijo que tenía paciencia y que solo él tiempo nos daría la relación que yo quería tener con él. Que es un proceso. Pero había que perseverar ya que los resultados valen la pena.
 
Y así ha sido.
Un proceso.
Días buenos y días malos.
 
Pero cada vez entiendo mejor nuestra relación y cada vez le entiendo mejor a él.
 
Tiene sus días malos, sus caprichos y sus pequeños achaques de los años. Y obvio que sus rollos. Pero yo se lo he comenzado a permitir, tal como él ha permitido mis vicios, mis arranques y mis locuras todos estos años. No lo abandono a su suerte, lo cuido y me preocupo por él. A mi estilo por supuesto, porque creo que, para ser fiel y mantener una relación a largo plazo, el ingrediente fundamental es la transparencia. La sinceridad.
 
Mostrarse al otro tal cual eres, con tus altos y tus bajos, sin fingir.
 
Poco a poco se va forjando esta relación en la que me siento contenta de estar. Ya que a pesar de que nos conocemos toda la vida, es la primera vez que me propongo de verdad amarlo.
Y así, por lo que dure el viaje, disfrutemos el uno del otro.